28 de Setiembre del 2008
Habían llegado los argentinos a Perú. Ellos predicaron el evangelio jugando futbol. El domingo uno de ellos fue invitado a predicar. Su prédica fue impecable, impactante y que me confrontaba a considerar cuan necesaria es la compasión a los demás, y no vivir velando por mi propia vida y cuántos tienen compasión de mí.
Este fue el mensaje… con algunas reflexiones personales:
Jesús era una hombre 100% Dios y lleno de plenitudes. No cabe duda que marcó la vida de sus discípulos… puedes recordar momentos inolvidables que marcaron tu vida? Cuando nos preguntó ello el expositor pude imaginar lo especial que debe de haber sido andar con Jesús, considerando que es cierto que aquellos momentos que marcan nuestra vida son muy especiales.
Jesús usó varios momentos para marcar en el corazón de sus discípulos (y en el nuestro) cuanta compasión tiene por quienes le rodean. Puede sentir el dolor de las personas con quienes se cruza y no hace caso omiso.
El expositor tomó tres momentos que se describen en la Biblia:
Habían llegado los argentinos a Perú. Ellos predicaron el evangelio jugando futbol. El domingo uno de ellos fue invitado a predicar. Su prédica fue impecable, impactante y que me confrontaba a considerar cuan necesaria es la compasión a los demás, y no vivir velando por mi propia vida y cuántos tienen compasión de mí.
Este fue el mensaje… con algunas reflexiones personales:
Jesús era una hombre 100% Dios y lleno de plenitudes. No cabe duda que marcó la vida de sus discípulos… puedes recordar momentos inolvidables que marcaron tu vida? Cuando nos preguntó ello el expositor pude imaginar lo especial que debe de haber sido andar con Jesús, considerando que es cierto que aquellos momentos que marcan nuestra vida son muy especiales.
Jesús usó varios momentos para marcar en el corazón de sus discípulos (y en el nuestro) cuanta compasión tiene por quienes le rodean. Puede sentir el dolor de las personas con quienes se cruza y no hace caso omiso.
El expositor tomó tres momentos que se describen en la Biblia:
- Un momento increíble en Naín (Lucas 7:11)
Recuerdo como describió el expositor la escena: “…era primavera en Naín, todo era hermoso, había flores en el campo… pero una mujer, en ese momento enfrentaba el más crudo invierno en su corazón. Una mujer sola, ya había tenido que enfrentar la muerte de su esposo y ahora tenía que enfrentar la muerte de su único hijo. ¿Qué haría? Su casa estaría vacía…” Nunca me había dado cuenta de cuánto dolor podía enfrentar esta mujer.Me puse a pensar en cuán difícil puede ser la vida. Soñamos con la felicidad perfecta, pero muchas veces nos toca enfrentar pruebas tan difíciles. Y sin pensar, en su triste caminar al cementerio, se cruza con la Vida. Ella estaba cubierta en su desesperanza y dolor. Pero Jesús la miró y se acercó al féretro para tocarlo… y pidió al niño que se levante… En ese momento pude recordar cuál es el amor especial que tiene Dios por las viudas y los huérfanos.
Lo que el expositor anotó fue lo siguiente: la viuda nunca le pidió que resucitara a su hijo, pero Jesús se compadeció de ella y lo hizo. Este milagro nació de la compasión de Jesús, lo que concluye en lo siguiente: “La compasión no espera motivospara comenzar a actuar. No piensa si la persona lo merece o no. Nace en el corazón del que da, no del que recibe. - Jesús sana a un leproso (Marcos 1:40)
El leproso era un hombre intocable, separado de todos, rechazado por su pueblo. El expositor leyó un paráfrasis de lo que pudo haber estado pasando este señor. Esta paráfrasis casi me hizo llorar, nunca había reconocido cuánto podía sufrir un hombre con lepra:
“Estaba cansado. Hacía cuatro años que vivía esta soledad. Vivía sin la posibilidad de recibir afecto. Ansiaba que alguien me abrazara, me diera un palmazo en el hombro, solo para preguntar como me iba o para animarme. Hace cuatro años estaba en mi casa y descubrí que mi piel tenía manchas blancas. No tenía sensibilidad. Sospechando lo que podía ser, me despedí de mi esposa y la besé, reconociendo que tal vez sería el último beso y la última vez que la vería. Ella con temor y tristeza me despidió. Cuando llegué al templo a presentarme delante del sacerdote, comprobé lo que deparaba a mi futuro. “Leproso!” Me declararon… Ahora estaba condenado a dejar mi casa, mi pueblo, para vivir apartado. Estoy cansado, cansado que cuando la gente me vea huya de mí. Cansado de mis llagas que van carcomiendo mi cuerpo. Estoy cansado de mi soledad… estoy cansado de esta campana que suena cuando me acerco solo para espantar a quien esté cerca… anhelo tanto el toque de una persona.
Pero hoy sucedió lo más increíble. Cuando oí que venía Jesús, aquel profeta que se había levantado en Israel, corrí a buscarlo. Y cuando me vieron, todos se espantaron. Pero Él no lo hizo. Él me miró fijamente. No supe como pedírselo, pero solo lo hice, con temor… “Señor, si quieres puedes limpiarme”… “Quiero”… y sucedió: Él me tocó. Bastaba con que lo dijera para que se haga, pero no… él me tocó. Y aquel toque transformó mi vida. Me sanó, me devolvió la vida. Había recuperado mi familia, mi pueblo, mi trabajo. Todo por su toque…”
He relatado lo que puedo recordar de aquella prédica. Lo que literalmente dijo y llegué a apuntar, fue lo siguiente: Este hombre “indigno de ser tocado por el hombre, pero digno de ser tocado por Dios”. Jesús conocía el corazón de ese hombre. Y no pensó en él mismo, en que podía ser contagiado. Él lo tocó, le dio el afecto y el valor que este hombre leproso necesitaba. La compasión no encuentra motivos para detenerse. - Un momento increíble en el desierto (Mateo14:12-14)
Jesús se había enterado que Juan, su primo, había muerto en manos del Rey Herodes, de la manera más injusta. La verdad no había notado lo que decía entre líneas, pero cuando sigues leyendo en el versículo 13, te das cuenta que Jesús, al oír la noticia quiso estar a solas en el desierto. El expositor lo mencionó como “un tiempo para él, para descansar y consolarse”. Jesús estaba triste, sentía la pérdida de Juan. Pude recordar el tiempo en que tenía la necesidad de estar a solas, apartarme de las personas para pensar… necesitaba mi tiempo, mi espacio. Fuera presiones, fuera trabajo… solo para respirar y dejar que Dios me hable.
Pero cuando Jesús llegó a ese desierto, una muchedumbre lo fue a buscar. EL expositor lo mostró bien y me pude identificar con lo que dijo. Pude entenderlo así. Jesús pudo haber dicho: “Saben, todo el tiempo les sirvo y estoy con ustedes. Pero ahora estoy triste y necesito mi espacio. No pueden tomar en consideración ello? Por favor, déjenme solo. Ahora no es el momento”. Para ser sincera, yo hubiera pensado así. Aun, me hubiera enojado. Pero Jesús no lo hizo. Él tuvo compasión y sanó a los que estaban enfermos. Y el expositor concluyó de la siguiente manera: La compasión no guarda motivos para dejar de entregarse a sí mismo.
Me impactó. Francamente yo me hubiera sentido con todo el derecho a un descanso, a un tiempo a solas. Me sentía tan mal y estaba tan mal y sola… Pero Jesús no dejó que eso obstruyera la obra de Dios a través de él. Siguió siendo un canal abierto del amor de Dios hacia el hombre. Muerto totalmente a sí mismo. Tengo que dejar de velar por mí misma y dejarlo todo en las manos de Dios.
Mirarme a mí y auto compadecerme es dejar de confiar de que Dios tiene cuidado de mí y que tiene todo bajo su control.
Wow!!! Gise
ResponderEliminarMe ha encantado lo que he leído de verdad... no tengo palabras para agradecerte, muchas veces uno de aparte de Dios. Y no valora el amor tan grande que siente por nosotros sus hijos.
Las historias que he leído me han impactado muchisímo.
Bueno cuidate que Dios te bendiga siempre amiga y tu familia....
Nos veremos muy prontito... bye Fiore:)
Fiore
ResponderEliminarque bueno saber que te veré pronto. Coordinamos :)